Dos mujeres brasileñas fueron expulsadas por besarse
durante una convención evangélica. El pastor interrumpió la presentación
para pedir que las metiesen en la cárcel.
El pastor Marco Feliciano
estaba dirigiendo el evento evangélico Glorifica Litoral, en la
ciudad de Sao Sebastiao, en el norte de Sao Paulo (Brasil), cuando
Yunka Mihura, de 20 años, y Joana Palhares, de 18, se subieron a los
hombros de otras dos personas y comenzaron a besarse. El pastor,
según relatan los medios locales,
interrumpió su discurso para pedir a la policía militar y a los
agentes municipales presentes que las arrestasen.
“Estas dos mujeres tienen que salir de aquí esposadas. No tiene sentido que intentéis huir, los guardas están ya yendo hacia ahí. Esto no es un palacio en el que todo vale, esto es la casa de Dios”, declaró a través de los micrófonos. Según algunos testigos, el pastor continuó incitando a las cerca de 70.000 personas que estaban asistiendo al evento contra la pareja.
Las dos jóvenes fueron llevadas a comisaría, donde se les tomó declaración y se las dejó en libertad mientras se investiga el incidente. Yunka Mihura ha afirmado en un blog brasileño que el evento “era público, pagado con los impuestos de todo el mundo. El estrado, el micrófono, todo estaba financiado con dinero público. También era un espacio abierto, la calle de la playa. Estar ahí era nuestro derecho.”
“Estas dos mujeres tienen que salir de aquí esposadas. No tiene sentido que intentéis huir, los guardas están ya yendo hacia ahí. Esto no es un palacio en el que todo vale, esto es la casa de Dios”, declaró a través de los micrófonos. Según algunos testigos, el pastor continuó incitando a las cerca de 70.000 personas que estaban asistiendo al evento contra la pareja.
Las dos jóvenes fueron llevadas a comisaría, donde se les tomó declaración y se las dejó en libertad mientras se investiga el incidente. Yunka Mihura ha afirmado en un blog brasileño que el evento “era público, pagado con los impuestos de todo el mundo. El estrado, el micrófono, todo estaba financiado con dinero público. También era un espacio abierto, la calle de la playa. Estar ahí era nuestro derecho.”
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