Alejandro Magno: historia gay

Colin Farrel (Alejandro) y Jared Lato (Hefestion)
en la pelicula "Alejandro"
Mientras en muchos paises todavía se discute, hoy, en el 2014, sobre la visibilidad o no de los militares homosexuales, o incluso si se puede ser militar y homosexual,  hace más de dos mil trescientos años, uno de los militares más reconocidos históricamente, Alejandro Magno (356-323 a.c.), nacido en Pella, la capital de Macedonia, pondría hoy en jaque a muchos de estos intransigentes políticos y ciudadanos que insisten sobre la nula capacidad de una persona homosexual para defender con las armas a su país.
Con veinte años, nuestro Alejandro Magno  asumió el trono. Y en once  años de constantes guerras jamás perdió una batalla, y con un ejército relativamente pequeño, conquistó grandes territorios, como el Reino de Persia, que era el Imperio más grande de su época.
Fué discípulo de Aristóteles,  expandió la cultura  Helenística, y cual moderno personaje, mezcló lo griego con lo persa, al descubrir la impresionante cultura oriental.  Organizó la boda de “Oriente con Occidente”, casando simultaneamente a miles de macedonios con mujeres persas, e incluso él se casó con dos princesas orientales.
Como acabo de comentar, Alejandro sí se nos casó, con varias mujeres, pero no tuvo descendencia.  Su gran amor fué Hefestión, tal como nos relata La Ilíada.   Cuenta Plutarco que al llegar ambos, Alejandro Magno y Hefestión a la antigua Troya, ambos, como pareja,  ofrecieron un tributo en las tumbas de Patroclus y de Aquiles, como símbolo de su relación.  Parece ser que en la Antigüedad se hablaba de Aquiles y Patroclus como amantes.

Cuando la reina madre de Persia se postró equivocadamente ante Hefestión, confundiéndolo con el Emperador, Alejandro la alzó y le dijo: "No te preocupes, madre. No has cometido ningún error. Él también es Alejandro".
Al morir su amante, Alejandro Magno parece ser que organizó el funeral más grande y espectacular de la historia.
Nuestro protagonista de hoy  murió a los 33 años. Y en menos de veinte años cambió el curso de la historia. 
¡Que piensen los que anteponen los deseos sexuales de los seres humanos a sus capacidades!

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